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?Los gobiernos debemos responder ante los pueblos del mundo sobre lo que hacemos en la lucha contra el racismo y respondiendo a la crítica pública si no actuamos..?
?Nos encontramos al final de una histórica Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia.
Al disponernos a regresar a nuestros respectivos hogares, deseo agradecerles muy sinceramente haber venido a Durban a participar en la importante labor realizada en las reuniones gubernamentales y no gubernamentales celebradas durante la pasada quincena. También deseo pedir disculpas por cualquier inconveniente causado a algún delegado provocado por alguna falta de los sudafricanos.
Al disponernos a regresar a nuestros respectivos hogares, naturalmente, nos preguntamos si logramos nuestro objetivo al acudir a Durban. Mucho antes de concluir nuestro trabajo, los escépticos dijeron que la Conferencia había fracasado. Algunos no acudieron porque son indiferentes al sufrimiento provocado por los males sociales que hemos debatido.
Obviamente, otros se comportaron de la manera en que lo hicieron porque pensaron que había otros asuntos más importantes que el esfuerzo por unificar a los pueblos del mundo en una lucha decidida contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Aquellos a quienes nos preocupan profundamente estos asuntos cardinalmente importantes de los derechos humanos para todos y la dignidad humana para todos, acudimos, nos quedamos y afrontamos estos temas con la mayor seriedad que merecen. Lo hicimos del mismo modo en que nos mantuvimos hasta el final en la lucha por derrocar el crimen del apartheid contra la humanidad.
Llegamos a la postura que mantenemos sin equívocos. Al propio tiempo, nos negamos a hacer el pronunciamiento de que los derechos humanos de algunos son superiores a los derechos humanos de otros.
Resistimos las presiones por suscribir la propuesta inhumana de que la dignidad humana se puede distribuir por el mundo en partes desproporcionadas.
Al concluir nuestra estancia en Durban, podemos decir firmemente que hemos logrado lo que pretendíamos.
Nos reunimos aquí, no solo en calidad de gobiernos, sino en calidad de pueblos del mundo. Y como pueblos hemos lanzado una clarinada escuchada en todos los rincones del planeta.
Nuestro llamado desde esta Conferencia Mundial a todos los pueblos del mundo es el de que, al continuar siendo el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia una mancha sobre la sociedad humana, deben combatirse con la mayor determinación y perseverancia.
Pocos podrán decir que no nos han escuchado. Pocos podrán decir que no actuaron simplemente porque no sabían. Por la valentía que hemos mostrado al enfrentar el flagelo del racismo, este tema ?como el igualmente importante tema del sexismo?ya no deberá quedar relegado a las márgenes de la política social y pública.
El claro mensaje emitido por la Conferencia Mundial Contra el racismo es que la lucha contra el racismo es una lucha por los derechos humanos, la dignidad y la erradicación de la pobreza. La comunidad mundial recibirá también de Durban el mensaje de que los pueblos del mundo se han unido resueltamente para actuar contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, y no solo para condenar estos males.
A partir de hoy, verán esa decisión unida expresada en la declaración y el Programa de acción que hemos aprobado y todos nos hemos comprometido a instrumentar. El hecho de haber aprobado una Declaración y un Programa de Acción recalca el hecho de que tenemos la voluntad política de triunfar, de que podemos llegar a un consenso en torno a todos los temas. Igualmente subraya el hecho de que las conferencias internacionales no son foros dogmáticos para imponer uno su propia postura.
Nos permiten sostener debates abiertos y francos para llegar a soluciones acordadas. Podemos sentirnos orgullosos de haber trabajado honestamente por llegar a un consenso. Ninguno de nosotros logró todo lo que quería, pero hemos iniciado un proceso histórico que sienta sólidas bases para proseguir la lucha por construir un mundo mejor para todos.
Confiamos en que quienes se retiraron prematuramente acepten el Programa de Acción y se sumen a la cruzada mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. Podemos decir sin vacilar que otro logro más de la Conferencia Mundial es haber indicado lo que debemos hacer para combatir el racismo y avanzar hacia su erradicación en todo el mundo. Pocos en el mundo podrán, ahora o en el futuro, decir que no actuaron simplemente porque no sabían qué hacer.
Siendo el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia obstáculos globales al empeño por construir un mundo humano, exigen que quienes se han comprometido a enfrentar el reto se unan en un formidable movimiento a favor de la dignidad de todos los seres humanos en todo el mundo.
La celebración de la Conferencia nos ha brindado la posibilidad de fortalecer el proceso de construcción de este movimiento mundial contra el racismo, al permitirnos buscar un entendimiento común del desafío que afrontamos y comprometernos a actuar de conjunto.
Saludamos igualmente a la Secretaria General de la Conferencia por la importante iniciativa de las Naciones Unidas por asegurar que los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y la juventud centrara su atención en la lucha común contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Los gobiernos quizás no estemos de acuerdo con algunas de las conclusiones a las cuales llegaron las organizaciones no gubernamentales. Pero ello no debe restarle peso al importante hecho de que estas organizaciones son un componente importante del movimiento mundial contra el racismo del cual hemos hablado.
Tampoco debe debilitar nuestra decisión, como gobiernos, de trabajar de conjunto con la juventud y el sector no gubernamental de organizar una ofensiva unida y sostenida por hacer retroceder las fronteras del racismo. Ello significa igualmente que los gobiernos debemos responder ante los pueblos del mundo, mediante informes regulares sobre lo que hacemos para instrumentar el Programa de Acción aprobado, y respondiendo a la crítica pública legítima si no actuamos.
Confío en que todos también coincidimos en que nuestro compromiso de actuar es también un compromiso de que actuaremos solidariamente los unos hacia los otros en todo el mundo.
Debemos recordar e inspirarnos en el poderoso movimiento internacional que construimos de conjunto para poder actuar unidos en contra del racismo del apartheid en Sudáfrica.
De conjunto debemos declarar con nuestros actos que representamos un nuevo internacionalismo sustentado en el reconocimiento de que la agresión contra uno es una agresión contra todos.
Así, infundiremos fortaleza y esperanzas a las víctimas del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia que pudieran ser demasiado débiles si están solos, pero se hacen fuertes si todos respondemos al propósito de esta Conferencia Mundial de unir a los pueblos del mundo contra el racismo.
Quienes hemos asistido a esta Conferencia no podemos decir que no escuchamos las voces de quienes nunca son escuchados, porque son olvidados, marginados y despreciados.
Ninguno de nosotros partirá de Durban sin haber aprendido algo nuevo. Ninguno de nosotros podrá decir honestamente que partimos de esta ciudad sin haber estado expuestos al sufrimiento de comunidades cuyo padecer nos era antes desconocido.
Aunque no hubiéramos logrado nada más, ya habría sido bastante el simple hecho de haber permitido a quienes nunca antes habían tenido la posibilidad de romper el silencio contarle al mundo sus conmovedores relatos de opresión y explotación a manos de otros seres humanos que hacen a otros lo que nunca permitirían se les hiciera.
Ciertamente deberá ser responsabilidad de las Naciones Unidas y de todos asegurar que los miles de millones de personas que no escucharon los testimonios que hemos escuchado tengan la posibilidad de conocer las flagrantes injusticias que forman parte integral de la sociedad que se vanagloria de sus logros en esferas tan cardinalmente importantes como la de la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley.
Señora Presidenta, Distinguidos delegados,
Nuestro mundo contemporáneo se caracteriza por al menos cuatro rasgos distintivos. Uno de ellos es el fin de la Guerra Fría y por tanto el ascenso por parte de algunos de una posición de predominio exclusivo en el ejercicio global del poder.
El segundo, derivado del primero, es la realidad de que esta potencia dominante colectiva establece una agenda política y económica global, de la cual se deriva la adopción de medidas que esta potencia decide representan la esencia de lo bueno.
El tercer rasgo es el proceso de globalización, que alimenta esta agenda global y se alimenta de ella, confiriéndole a la agenda el carácter de proceso natural contra el cual no hay alternativa.
El cuarto rasgo de nuestros tiempos que deseamos mencionar es el desapoderamiento adicional de aquellos ya desapoderados, lo cual los somete a imperativos sobre los cuales no tienen influencia ni control.
Nos reunimos en Durban para debatir lo que podemos hacer colectivamente por cambiar las condiciones de vida de los afectados por el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Dicho en otras palabras, nos reunimos en Durban para acordar, en la medida de lo posible, lo que podemos hacer por cambiar las condiciones de vida de quienes son hoy los más desapoderados, las peores víctimas del proceso de mayor desapoderamiento. Más que cualquier otro, esta masa clama por democracia, y por tanto, para que se le escuche, se les tome en serio y se les responda.
Se trata de firmes militantes en la lucha por los derechos humanos y el imperio de la ley, y por tanto el derecho de llevar una vida humana, en plano de igualdad con otros seres humanos. Depositan sus esperanzas en el futuro porque creen en quienes anuncian que el proceso de globalización traerá la globalización de la prosperidad para todos.
Les complace tener la posibilidad de ser tratados como seres humanos y no meras cifras cambiables y desechables en un gigantesco juego ideológico que juegan quienes ostentan el poder para mantenerlo y preservar determinadas balanzas de poder.
Pero también saben por su experiencia cotidiana que el futuro prometido no es todavía una realidad. Saben que aún siguen siendo desiguales respecto a otros. La vida que llevan y su enajenación de las instituciones del poder llevan a algunos a dudar de la eficacia de los medios democráticos para mejorar sus vidas. Están conscientes de que no tienen acceso al mundo al cual se les dice pertenecen por derecho humano.
Saben que del mismo modo en que el hambre y el sufrimiento fue su destino ayer y hoy, así lo serán mañana.
Sabiendo todas estas cosas, las masas enviaron a sus representantes a Durban para que sus preocupaciones y aspiraciones formaran parte de la agenda global que conformará nuestro mundo en el siglo XXI.
Las decisiones que hemos tomado deben estar incluidas en esa agenda. Su significación nos impone tomar en serio la tarea de convertirlas en realidad. Exige que venzamos la oposición de quienes se benefician del silencio y la invisibilidad de quienes padecen el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
Aquellos seguirán esgrimiendo que quienes sufren el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia hacen mal en representar su causa, que hacen mal en dar a conocer el dolor que padecen. Como hicieron aquí en Durban, nos pedirán que hablemos de cosas que no son de las que queremos hablar. Al considerarnos habitantes de la periferia de la sociedad humana, tratarán de decidir por nosotros cuál debe ser nuestra agenda.
En Durban, nos negamos.
Al hacer lo que teníamos que hacer en la Conferencia Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, escogimos escuchar las palabras del destacado poeta chileno Pablo Neruda cuando dijo:
?Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!?.
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miércoles, 14 de septiembre de 2011
lucha contra el racismo
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