lunes, 21 de noviembre de 2011

Los relatos eróticos de Oliverio Ortiz [propio]



En los años noventa un clima de gran frivolidad se vivía en argentina, y, esa frivolidad, no excluyó a la literatura. Fue en esa década que se pusieron de moda novelas y libros de cuentos eróticos. La gente, no contenta con ver mujeres exponiendo sus cuerpos en la tevé, diarios y revistas, también las buscó en la letra, en la metáfora, en la prosa, en el verso. Fue así como escritores de renombre se abocaron a este tipo de relatos, logrando ventas que, con otros de sus escritos, nunca hubieran alcanzado. El más conocido de esos autores fue Jorge Luis Borges, quién, en este sentido, escribió cuentos como Funes, el portentoso, Travesti en Esquina Rosada, y Pierre Menard, autor del Pijote, entre otros. Mucho se preguntarán: pero, ¿Borges no murió acaso en el 1986? A lo que yo les responderé: pues no lo sé.

Sin embargo, esta oleada de relato erótico tuvo su contraparte, o, mejor dicho, sus fracasados. Como en toda moda, hay muchos que se suben tarde o, directamente, se suben mal. Ese es el caso de Oliverio Ortiz, ignoto escritor de la ciudad de Paraná, quien se arrogaba ser hijo de Juan Laurentino Ortiz, pero luego se descubrió, ADN mediante, que no era hijo del famoso poeta, sino, simplemente, del General Juan Domingo Perón, por lo que fue perseguido por la patota de una mujer que dijo primero ser hija de dicho general.

Nacido en el seno de una familia... simplemente eso: en el seno de una familia, Ortiz tuvo de joven gran interés por la literatura, sobre todo, por ganar dinero con ella. Fue así que escribió todo lo que en su momento estuviera "de onda". Paso por la novela romántica, con Amores de Altamar, un escrito que, extrañamente, transcurría en el Balneario Municipal de Paraná; así como también por la novela negra con su fracasada Asesinato y misterio en altamar; y por último, antes de llegar a la novela erótica, por los libros de cocina, con su, destinado a la mesa de saldos, Cocina de altamar, que contenía recetas hechas íntegramente con surubí,dorado y arveja en lata.

Pero yendo a lo que en este texto quiero tratar: Oliverio escribió durante la década de los noventa un total de una novela, un libro de cuentos, un libro de poemas y un folletín turístico, todos del mismo estilo: erótico. La novela, Rosa de Cerca, tuvo un éxito relativo, al menos en Paraná (único lugar donde se vendió), pero luego, un juicio por plagio hizo que pagara un monto que triplicaba el total ganado con las ventas. Al parecer, Ortiz había copiado al pie de la letra el argumento de una novela de televisión, sustituyendo las escenas románticas de esta por las más grotescas escenas de sexo escrito jamás leido.

A pesar del revés, Oliverio no se rindió, lamentablemente. Fue entonces cuando puso todo su ingenio para escribir obras originales del género erótico. No es necesario que transcriba párrafos completos para que puedan darse cuenta de lo desagradables, y a la vez tristes, que eran los intentos del escritor entrerriano. (Además prefiero evitarlo, por piedad a los estómagos sensibles y a los lectores que acompañan con desayuno). He aquí pequeñas porciones de sus textos:

"... nunca antes se había caído de la cama, pero Tomás la embistió con tanta fuerza, que cayó de cabeza sobre la baldozas frías del dormitorio y por poco no se parte el cráneo."

"A pesar de la dificultad que la altura del animal le traía, animal que en la oscuridad creyó, erroneamente, que era una yegua; Milton no claudicó y solucionó el problema con un banquito."

"Al otro día, en la oficina, se miraban con una sonrisa cómplice: sólo ellos sabían lo que en la noche anterior habían hecho. Aunque alguno, con un atisbo de astucia, podía inferir algo de lo sucedido entre María y Horacio: ella tenía la zona de la boca rosada de irritación, y Horació, a pesar de su rostro lampiño, se rascaba la zona de la pelvis como quien no hace mucho se dio por esos lares una afeitada."

"La palabra buche ya no tendría para Ortencia, desde esa noche, el mismo significado."

Y algunos de sus versos:
"Oh, boca única
entre todas las bocas
Bajar podrías
hastá el centro de mi amor
Sin temor a que algo quede
¡oh!
Entre tus dientes."

"Receptáculo de todo lo que
para dar tengo
serás,
aunque en el intento
quizás,
explotes."

El fracaso de su arte, se explica solo.

No es de extrañar lo que sucedió luego: sus libros fueron retirados de la libreria y el puesto de kiosko donde estaban. Oliveiro dejó la escritura y se refugió un tiempo en el interior de Entre Ríos donde, dicen, buscó recuperar la inspiración, aunque fuentes policiales aseguran que se dedicó al cuatrerismo. Allá por 1997 volvió a Paraná, y con el dinero que le prestó una tía abuela (a quién se dice le daba servicios del tipo sexual), puso un parripollo. En 1999 intentó con una cancha de paddle y ese mismo año escribió un ensayo sobre emprendimientos personales que nunca se editó. En el 2001 la crisis lo obligó a ejercer la profesión de arbolito. Actualmente escribe pequeñas biografías sobre su propia vida y vende, con sobreprecios, estampitas en la terminal de omnibus de la capital entrerriana.



Mi blog de cuentos y otras yerbas:
http://dejequelecuente.blogspot.com/2011/04/los-relatos-eroticos-de-oliverio-ortiz.html

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