Un tremendo cachetazo a Talleres

Talleres perdió en casa. Libertad de Sunchales, el mismo al que hace dos semanas había goleado 5-1, le ganó 2-0 y le dio un golpe durísimo a sus aspiraciones de jugar la promoción. Hubo 16 mil hinchas, que mezclaron resignación y bronca.



Un nuevo mundial arrancó para Talleres. Pero el inicio de la nueva instancia, tras quedar fuera del nonagonal, no representaba que al club le extendieran una alfombra roja y le rindieran loas a una historia que es simplemente eso, historia.

Confiado en que la vuelta de los grandes como Cristian Zárate, Lisandro Sacripanti, Mateo Martinelli y un cambio de sistema serían elementos suficiente para todo, la ?T? quiso llevarse por delante a Libertad al momento deportivo, la eliminación del reducido y el mundo de frustraciones. Pero no fue suficiente.

Libertad, aquel al que le había ganado 5-1 hace apenas un par de semanas, aprendió. Lo leyó de entrada y con sólo esperar que Talleres confundiera apuro con inteligencia y le dejara las mismas libertades a Diego Velázquez para moverse y en las pelotas paradas, le dio una lección de practicidad. Hasta el arquero Baigorria buscaba la peinada del ex Racing de Nueva Italia.



Una más para un equipo que de la esperanza viajó rápido hacia otra desilusión como aquel 5-1 ante Brown de Madryn en barrio Jardín, o ese 0-3 ante Unión en Mar del Plata. Los primeros aciertos del rival lo quebraron e hicieron lapidario ese 2-0. Berardi y Ferrero convirtieron con sendos cabezazos y minaron el ánimo albiazul. El 2-0 dejó a Talleres necesitado de un milagro. Debe ganar por tres goles de diferencia el próximo martes en Sunchales para no quedar eliminado.

A metros del campo, en la zona de plateas, muchos hinchas que fueron a apoyar insultaban a los integrantes del Fondo de Inversión. Igual, la resignación invadió a los 16 mil hinchas que se fueron dolidos. Al final, los insultos escoltaron a plantel, técnico y dirigentes cuando se iban de la Boutique.



Ni grandes, ni chicos

Esta vez no hubo salvadores. No fueron los grandes. Volvieron Zárate, Sacripanti y Martinelli, pero no sus gambetas, goles y centro envenenados. La gente pidió a los pibes y ellos, los que estaban en la cancha y los que entraron luego, hicieron lo que pudieron.

Navarro se cansó de ir, pero nadie lo entendió más que Gianunzio en eso de rasparse y quitar. Saltaron a la cancha Álvarez y Ramiro Pereyra (después de siete meses de su rotura de ligamentos en una rodilla), pero fue tarde. Las chances más claras estuvieron en los pies de Riaño, pero no estuvo derecho. Iba para la gran historia con esa fiebre maldita que lo aquejó en la previa, pero no pudo ser.

El infierno del Argentino A, como bautizó a su organización todo el Mundo Talleres, es una realidad. Sólo queda un milagro. El técnico Coleoni dice tener un Dios aparte y todo el planeta se encomendará a él. Ahora es medio tarde, ni ventaja deportiva tiene. Claro, cuando pudo tenerla la perdió porque había que esperar jugar por los porotos. El mundial llegó y el equipo siguió como si nada



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