Buenas. Como dice el título, no existe en Musica ningún otro link de descarga. Ni siquiera un link roto: nadie antes lo ha subido. Jamás.
Agradeceré las recomendaciones, porque es un disco absolutamente olvidado.
Ahora bien, ¿de qué se trata? Es un disco de Jairo, de 1975, que pocos conocen. Ya no lo editan. Yo lo encontré hace poco. Es perfecto para los fervorosos lectores de Borges, que han sabido disfrutar el disco de Pedro Aznar, y que aún buscan sorprenderse con su obra. También para los que aman la buena música. Porque hay que reconocer que Jairo canta maravillosamente. Y los que sienten un rechazo instintivo por esta música no están lejos del abuelo que se asusta con una guitarra eléctrica, o del infante que se aburre con un tango.
Las piezas han sido compuestas por grandes músicos. Figuran Piazzolla y Falú y Cuchi Leguizamón y Carlos Guastavino. A continuación, la lista de canciones:
01. No hay cosa como la muerte (Cuchi Leguizamón) Poema: "¿Dónde se habrán ido?"
02. Buenos Aires: Búsqueda (Daniel Piazzolla) Poema: "Buenos Aires"
03. Milonga de calandria (Eladia Blázquez) Poema: Idem
04. Soy esos otros (Facundo Cabral) Poema: "Al hijo"
05. La rosa inalcanzable (Horacio Malvicino) Poema: "La rosa"
06. Milonga de marfil negro (Julián Plaza) Poema: "Milonga de los morenos"
07. Mil novecientos sesenta y cuatro (Astor Piazzolla) Poema: "1964", II
08. Milonga de dos hermanos (Carlos Guastavino) Poema: Idem
09. La lluvia sucede en el pasado (Alberto Cortéz) Poema: "La lluvia"
10. Hombre de antigua fe (Eduardo Falú) Poema: "El gaucho"
11. Buenos Aires: Destino (Jairo) Poema: "Buenos Aires"
12. No habrá sino recuerdos (Rodolfo Mederos) Poema: "Despedida"
Quien halla escuchado el disco de Pedro Aznar, notará que aquí se repiten dos piezas. La 10 y la 11. Tanto me acostumbré a las versiones de Aznar, que no me atrevo a lanzar un juicio, para no cometer una injusticia impertinente.
Las letras:
NO HAY COSA COMO LA MUERTE
Según su costumbre, el sol
brilla y muere, muere y brilla,
y en el patio, como ayer,
hay una luna amarilla,
pero el tiempo, que no ceja,
todas las cosas mancilla.
Se acabaron los valientes
y no han dejado semilla.
¿Dónde están los que salieron
a libertar las naciones
o afrontaron en el Sur
las lanzas de los malones?
¿Dónde están los que a la guerra
marchaban en batallones?
¿Dónde están los que morían
en otras revoluciones?
-No se aflija. En la memoria
de los tiempos venideros
también nosotros seremos
los tauras y los primeros.
El ruin será generoso
y el flojo será valiente:
No hay cosa como la muerte
para mejorar la gente.
¿Dónde está la valerosa
chusma que pisó esta tierra,
la que doblar no pudieron
perra vida y muerte perra,
los que en el duro arrabal
vivieron como en la guerra,
los Muraña por el Norte
y por el Sur los Iberra?
¿Qué fue de tanto animoso?
¿Qué fue de tanto bizarro?
A todos los gastó el tiempo,
a todos los tapa el barro.
Juan Muraña se olvidó
del cadenero y del carro
y ya no sé si Moreira
murió en Lobos o en Navarro.
-No se aflija. En la memoria
de los tiempos venideros
también nosotros seremos
los tauras y los primeros.
El ruin será generoso
y el flojo será valiente:
No hay cosa como la muerte
para mejorar la gente.
BUENOS AIRES: BÚSQUEDA
Antes, yo te buscaba en tus confines
Que lindan con la tarde y la llanura
Y en la verja que guarda una frescura
Antigua de cedrones y jazmines.
En la memoria de Palermo estabas,
En su mitología de un pasado
De baraja y puñal y en el dorado
Bronce de las inútiles aldabas,
Con su mano y sortija. Te sentía
En los patios del Sur y en la creciente
Sombra que desdibuja lentamente
Su larga recta, al declinar el día.
Ahora estás en mí. Eres mi vaga
Suerte, esas cosas que la muerte apaga.
MILONGA DE CALANDRIA
Servando Cardoso el nombre
y No Calandria el apodo;
no lo sabrán olvidar
los años, que olvidan todo.
No era un científico de esos
que usan arma de gatillo;
era su gusto jugarse
en el baile del cuchillo.
Cuántos veces en Montiel
lo habrá visto la alborada
en brazos de una mujer
ya tenida y ya olvidada.
El arma de su afición
era el facón caronero.
Fueron una sola cosa
el cristiano y el acero.
Bajo el alero de sombra
o en el rincón de la parra,
las manos que dieron muerte
sabían templar la guitarra.
Fija la vista en los ojos,
era capaz de parar
el hachazo más taimado,
¡Feliz quien lo vio pelear!
No tan felices aquellos
cuyo recuerdo postrero
fue la brusca arremetida
y la entrada del acero.
Siempre la selva y el duelo
pecho a pecho y cara a cara,
vivió matando y huyendo.
Vivió como si soñara.
Se cuenta que una mujer
fue y lo entregó a la partida;
a todos, tarde o temprano,
nos va entregando la vida.
SOY ESOS OTROS
No soy yo quien te engendra. Son los muertos.
Son mi padre, su padre y sus mayores;
son los que un largo dédalo de amores
trazaron desde Adán y los desiertos
de Caín y de Abel, en una aurora
tan antigua que ya es mitología,
y llegan, sangre y médula, a este día
del porvenir, en que te engendro ahora.
Siento su multitud. Somos nosotros
y, entre nosotros, tú y los venideros
hijos que has de engendrar. Los postrimeros
y los del rojo Adán. Soy esos otros,
también. La eternidad está en las cosas
del tiempo, que son formas presurosas.
LA ROSA INALCANZABLE
La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín de la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.
MILONGA DE LOS MORENOS
Alta la voz y animosa
como si cantara flor,
hoy, caballeros, le canto
a la gente de color.
Marfil negro lo llamaban
los ingleses y buenasndeses
que aquí los desembarcaron
al cabo de largos meses.
En el barrio del Retiro
hubo mercado de esclavos;
de buena disposición
y muchos salieron bravos.
De su tierra de leones
se olvidaron como niños
y aquí los aquerenciaron
la costumbres y los cariños.
Cuando la patria nació
una mañana de Mayo,
el gaucho sólo sabía
hacer la guerra a caballo.
Alguien pensó que los negros
no eran ni zurdos ni ajenos
y se formó el Regimiento
de Pardos y de Morenos.
El sufrido regimiento
que llevó el número seis
y del que dijo Ascasubi:
"Más bravo que gallo inglés."
Y así fue que en la otra banda
esa morenaza, al grito
de Soler, atropelló
en la carga del Cerrito.
Martín Fierro mató un negro
y es casi como si hubiera
matado a todos. Sé de uno
que murió por la bandera.
De tarde en tarde en el Sur
me mira un rostro moreno,
trabajado por los años
y a la vez triste y sereno.
¿A qué cielo de tambores
y siestas largas se han ido?
Se los ha llevado el tiempo,
el tiempo, que es el olvido.
1964
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
MILONGA DE DOS HERMANOS
Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
Cuando Juan Iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.
Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel.
LA LLUVIA
Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
HOMBRE DE ANTIGUA FE
Hijo de algún confín de la llanura
Abierta, elemental, casi secreta,
Tiraba el firme lazo que sujeta
Al firme toro de cerviz oscura.
Se batió con el indio y con el godo,
Murió en reyertas de baraja y taba;
Dio su vida a la patria, que ignoraba,
Y así perdiendo, fue perdiendo todo.
Hoy es polvo de tiempo y de planeta;
Nombres no quedan, pero el nombre dura.
Fue tantos otros y hoy es una quieta
Pieza que mueve la literatura.
Fue el matrero, el sargento y la partida.
Fue el que cruzó la heroica cordillera.
Fue soldado de Urquiza o de Rivera,
Lo mismo da. Fue el que mató a Laprida.
Dios le quedaba lejos. Profesaron
La antigua fe del hierro y del coraje,
Que no consiente súplicas ni gaje.
Por esa fe murieron y mataron.
En los azares de la montonera
Murió por el color de una divisa;
Fue el que no pidió nada, ni siquiera
La gloria, que es estrépito y ceniza.
Fue el hombre gris que, oscuro en la pausada
Penumbra del galpón, sueña y matea,
Mientras en el oriente ya clarea
La luz de la desierta madrugada.
Nunca dijo: soy gaucho. Fue su suerte
No imaginar la suerte de los otros.
No menos ignorante que nosotros,
No menos solitario, entró en la muerte.
BUENOS AIRES: DESTINO
Y la ciudad ahora es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esta puerta he visto los ocasos
Y ante este mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana, aquí mis pasos
Urden su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mañana;
Aquí mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto.
NO HABRÁ SINO RECUERDOS
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
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Alguna vez prometí "el mejor post de Borges" (a la manera de Inefablementerotica). La promesa sigue en pie, pero es tanto (¡tanto!) lo que tengo para publicar, que me da miedo empezarlo. Pero ese post está en potencia, y éste será un átomo de aquel.
DESCARGAR:
http://www.mediafire.com/?39o6uhtwco9d973
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Me gustan más los comentarios que los puntos. Los comentarios son señas lejanas de amigos en potencia. Los puntos, a veces, uno se los quiere sacar de encima. Además, hay novatos que los merecen (no muchos, pero hay que buscar).
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Mi nuevo blog, a cuyas puertas me acurruco, "inmóvil como una cosa":
http://loslibrosdespiertan.blogspot.com/
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Mis otros posts:
http://www./perfil/nicolasricci/posts
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viernes, 11 de noviembre de 2011
Jairo canta a Borges único link en Taringa
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